lunes, 22 de noviembre de 2010

Luis García Berlanga, ese entrañable cómplice

Esta última semana el exceso de trabajo y andar algo pocho de salud me ha impedido publicar algo en este humilde blog, que intenta ser el eco de ciertas emociones, vivencias y deseos íntimos.

Hace unos días nos dejó el gran Berlanga, ese valenciano risueño y melancólico que ayudó a normalizar el erotismo y los gustos sadomasoquistas en una sociedad española cargada de tabús y prejuicios. A mediados de los años setenta Berlanga se convirtió en el editor de la mítica colección de literatura erótica "La sonrisa vertical", publicada por Tusquets editores. Lamentablemente, pese a su afición por el erotismo es difícil encontrar rastros de su pasión en su cine. Berlanga creía que la literatura era mejor vehículo para el erotismo, así lo declaraba en la presentación de la colección: "Queremos dar aire que respirar, porque el deseo es salud, y sobre todo queremos recuperar el culto a la erección, al hedonismo, a las fértiles cosechas que una buena y gozosa literatura puede ofrecernos".


Recomiendo la lectura de este post en el blog de J.M. Ponce: Uno de los nuestros, en la que destaca que era un admirador del gran John Willie.


También es muy interesante la entrevista que Berlanga mantuvo en 2005 con Juan Cruz, de la que extracto algunos parrafos:

he intentado crearme válvulas de escape. La principal es el erotismo. Es lo más importante de mi vida, una de las pocas cosas que me asciende desde el nivel del barro y de la mierda de esta sociedad que me ha tocado...

¿Por qué fue usted a la División Azul? Fui porque me lo pidió la familia, porque mi padre estaba con petición de pena de muerte. Pero en realidad lo que me motivó a ir fue una chica. Yo estaba enamorado de ella, creí que estando en la División Azul se quedaría prendada de mi valor y no me mandó ni una carta, y además se hizo novia de mi amigo más íntimo.

Si la gente descubriera los placeres que hay en el sadomasoquismo, incluso en lo más básico, los azotes en el culo, alcanzaría porcentajes muy altos de felicidad.

Como homenaje a los gustos cinéfilos de Berlanga pongo la escena final de "El apartamento" del genial Billy Wilder, una película de la que decía "es maravillosa, es la mejor cosa que se ha hecho a todos los niveles..." El sumiso Jack Lemmon declarando su amor a una resplandenciente Shirley MacLaine:

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