miércoles, 10 de noviembre de 2010

Singular e incomunicable

Se reconoce inmediatamente. Puede ser la mirada, la forma de vestir, la voz, la forma de decir las cosas, la manera de escribir, su espontaneidad y naturalidad, o probablemente todas ellas juntas combinadas en una mágica receta. Hay algo que te atrapa casi desde el principio, hay ese flechazo que en el D/s también existe. Inmediatamente se crea una trama de complicidad y sabes que existe algo diferente a lo que experimentas habitualmente y que te acaba dejando frío, hay algo más que atisbas y que te hace poner toda la ilusión y la pasión en desarrollar esa relación. Son instantes mágicos y maravillosos cuando se abre una puerta a nuevos mundos compartidos.


Y eso no se puede explicar con ninguna recomendación, regla, protocolo o técnica. Simplemente está ahí. Igual que está ahí la emoción cuando contemplas una obra de Arte que te emociona. Da igual como te la quieran describir. Lo sientes y punto. Y esto, precisamente lo incomunicable, lo in-blogeable, es lo más importante de todo. Bonita paradoja para los que nos enfrentamos a contar nuestras experiencias por la blogosfera, ¿no?

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