domingo, 15 de enero de 2012

Transgresiones

Mañana soleada de domingo. Paseo solitario disfrutando los rayos de sol en la cara, la atmósfera de la ciudad tranquila, la música elegida, los pensamientos que fluyen al azar...

Paso ante una parada de autobús donde un pareja de ancianos sentada conversa con un par de mujeres jóvenes que llevan ¿biblias? Deben estar haciendo apostolado, como esos jovencitos trajeados que andan en parejas intentando salvar almas. Una de las chicas, de larga melena rubia, me resulta muy atractiva. Bastante guapa, con una cara que deja entrever carácter y con un sencillo traje que muestra unas bonitas piernas rematadas con unas elegantes manoletinas. Nada que pudiera resultar provocador a unos ojos convencionales pero que a mi me turba profundamente. Sigo caminando con estos pecaminosos pensamientos, turbado por esa visión de apenas unos segundos. Recordando aquellas misas de domingo en la más tierna adolescencia donde siempre habia alguna elegante mujer que vestía decorosa pero mostrando generosamente sus esbeltas piernas enfundadas con medias y zapatos de tacón. Y ya mi incontrolable imaginación hacía todo lo demás. Menos mal que después de leer a Berlanga o Manuel Vicent ya no me siento tan raro - y sobre todo culpable- a estas alturas de mi vida.

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